Policía y viuda negra: una agente federal detenida por drogar y saquear a un hombre
Micaela Garrido, cabo de la Policía Federal Argentina, fue arrestada tras ser acusada de drogar y robar a un hombre en Villa La Ñata. La investigación reveló su rol en la PFA y la conexión con otros casos similares en el AMBA.
Micaela Alejandra Garrido, cabo de la Policía Federal Argentina (PFA), se encuentra tras las rejas, acusada de ser una viuda negra. La justicia la señala como responsable de drogar y robar a un hombre en su casa de Villa La Ñata, partido de Tigre.
El hecho ocurrió el 14 de diciembre pasado, cuando Garrido conoció a su víctima en un bar de Palermo. Según la acusación del fiscal Cosme Iribarren, tras compartir unos tragos, la mujer convenció al hombre de continuar la noche en su casa. Lo siguiente que recuerda la víctima es despertarse aturdido en la mañana siguiente, con su hogar saqueado y su auto desaparecido.
La investigación, a cargo de la Sub DDI de Tigre, permitió dar con la sospechosa tras encontrar el vehículo abandonado. La sorpresa llegó cuando los detectives descubrieron que Garrido no era una delincuente común, sino una integrante de la Policía Federal con destino en la terminal de Retiro. Iribarren ordenó su arresto y, a fines de enero, un operativo conjunto entre la Federal y la Policía Bonaerense logró detenerla. Actualmente, está alojada en la Unidad N°59 de Merlo y fue suspendida de sus funciones.
Este caso se suma a un preocupante repunte de ataques de viudas negras en el Área Metropolitana de Buenos Aires. En las últimas semanas, dos hombres murieron tras ser drogados y despojados de sus pertenencias en Balvanera y Lanús Oeste. Sin embargo, la ley argentina aún trata estos delitos como robos simples, pese a que las víctimas corren un riesgo mortal.
El juez Martín Peluso, en otro caso similar, procesó con prisión preventiva y un embargo millonario a una joven de 20 años acusada de drogar y robar a un informático en Palermo. La modalidad de engaño y seducción en apps de citas como Tinder es cada vez más común, y muchas de las mujeres involucradas provienen de zonas vulnerables con redes de cómplices que las asisten en los robos.
La detención de Garrido no solo expone la gravedad de estos crímenes, sino que también pone en evidencia la paradoja legal: mientras algunos fiscales intentan endurecer las penas, el Código Penal sigue encuadrando estos delitos en una figura menor, incluso cuando terminan en muerte.